Hace muchos años me encontré con la decisión, al igual que miles de adolescentes, de elegir que estudiar luego del polimodal. Pensando en el tiempo, conseguir un trabajo, sostener una casa porque mi papá estaba sin trabajo, y por último considerando las cosas que me apasionaban, que ya eran claras para mí.
Había tenido pequeñas grandes experiencias dando clases deportivas, más especificas de hockey, y la docencia me apasionaba. Pensaba que un docente puede cambiar la vida de un alumno, y también destruir sus sueños, estaba convencida de que quería enseñar, y por mi vida de “deportista” era obvio donde iba a terminar.
Así comencé la carrera de Educación física, en una gran universidad pública, en un edificio histórico como lo era el ex I.N.E.F, hoy Universidad de Lujan. Lo que aprendí hasta hoy lo utilizo. Me encontré con docentes reconocidos mundialmente por su trayectoria en el mundo del fitnes, sus aportes a la educación y sus aportes a los alumnos para convertirse en futuros profesionales.Lamentablemente también me encontré con un mundo elitista, machista, de abusos y malas experiencias.
Trabaje muchos años como ”profe”, entrenadora personal, preparadora física y rehabilitando lesiones, hasta que un día me decidí comenzar a estudiar otra de las cosas que me apasionaban, pero que la sociedad me hacía creer que una piba del barrio como yo, alguien que apenas comenzaba a ganar un poco más para poder seguir invirtiendo en mi formación y soñar un futuro mejor sería imposible entrar en ese mundo que era el arte y la moda.
Mi primer acercamiento fue la fotografía, luego maquillaje, dos cosas en las que invertí mucho tiempo, dinero y esfuerzo, y que gracias al señor, dieron sus frutos.
Comencé de a poco a dar clases de maquillaje, en mi casa, mientras me perfeccionaba y estudiaba. A medida que pasaban alumnas me di cuenta que en realidad lo que me gustaba era enseñar, no importaba que, sentir la satisfacción de haber aportado un granito de arena en la vida de alguien, para que comenzara su emprendimiento, para tapar viejas marcas de dolor en la piel, de ayudar a distraerse un rato, o un nuevo capítulo luego de una relación violenta, me llenaba, era lo que quería.
¨Gracias por dejarme estudiar, no podía pagar las escuelas de maquillaje que hay, y que me obligaban a comprar sus productos¨, con esa frase, como dice mi hijo, la cabeza me estallo.Comencé a pensar y a soñar, ¿Por qué no? Porque no un instituto, donde las pibas como yo puedan estudiar moda, maquillaje, diseño, producción, fotografía, estética en general.
Como ferviente militante, y con la creencia de que la economía popular existe, quieran o no verla, decidí capacitarme y comenzar ese sueño.
Hoy, siendo Profesora de Educación física, entrenadora personal, preparadora física, fotógrafa, productora de moda, maquilladora, lashista, extensionista, perfiladora, asesora de imagen, persona shopper, de haber estudiado marketing y redes, venta, relaciones públicas etc, comencé con un pequeño emprendimiento que hoy cuenta con una escuela de estética y comunicación, con una página web abierta, de moda, diseño, salud, donde cualquier mujer que tenga ganas puede hacer su aporte, contar su historia o difundir su emprendimiento, y con una línea de productos naturales y artesanales, puedo decir que estoy más cerca de cumplir ese sueño.
Miles de mujeres, compañeras, pibas como yo, tienen su pequeño emprendimiento, se han formado cooperativas de trabajo, y pensar que fui parte de que eso suceda me llena el alma, y las ganas de seguir construyendo mi sueño, que es tener un lugar físico donde muchas puedan dar clases, donde cientos puedan capacitarse y donde miles puedan tener un lugar para trabajar.
Seguiremos caminando hacia la meta, de la mano de mi amor, que mucho tuvo que ver con que lograra lo que hoy tengo, de mi familia con su apoyo y aguante, y de mis compañeros por supuesto, que se sumaron a este sueño como personas y como movimiento, a todos ellos gracias, y bienvenidos a los que vendrán a construir la igualdad.